La RSH se puede definir como un modelo de enfoque multidisciplinar que apunta a considerar en las políticas, forma de hacer empresa y sociedad, aquellos factores que pueden facilitar el desarrollo humano. Eso implica considerar los factores de riesgo, como los factores protectores a la hora de definir lineamientos y acciones que apunten a intervenir el entorno o forma de vida de las personas, considerando que hablamos de aspectos transversales para el desarrollo humano necesarios a tener en cuenta bajo las características del entorno que vivimos . Apunta a la responsabilidad que tenemos como actores civiles, políticos y empresariales de asegurar, facilitar y fomentar el desarrollo humano desde las políticas y modelos que implementamos en nuestras sociedades, comunidades, instituciones o empresas (González Muniz, 2010).
En este sentido, desde este enfoque más que orientarnos a características específicas, buscamos la transversalidad de lo humano y su desarrollo, entendiendo que existen factores transversales que pueden ayudar o limitar la expresión de nuestra potencialidad. En este sentido hablamos de factores protectores y de riesgo presentes tanto a nivel individual, familiar, institucional, social, cultural, económico y político.
Desde la RSH se entiende, por tanto, que el desarrollo del ser humano debe considerar la singularidad y la diversidad de la especie humana, producto de nuestros genes, experiencias y entorno que nos constituyen como seres únicos, como a su vez considerar que el desarrollo de habilidades socio emocionales, aun siendo características propias de lo humano, para la expresión de su potencialidad, depende de los vínculos (entre personas y sistemas) y de las características del entorno donde esos vínculos se dan, al estar influidos por múltiples condicionantes.
Cada persona se desarrolla dentro de múltiples contextos, circunstancias o condiciones definidas en parte por la biología, en parte por sus experiencias y significados asociados, en parte por sus creencias, en parte por el lugar donde está, en parte por sus relaciones, además de influencias clasificadas por la edad , y no normativas , los seres humanos como he comentado, influyen y son influidos por su contexto socio cultural.
Dentro de este enfoque, se considera a los vínculos como aspecto clave, al observar que los lazos relacionales que unen a las personas y sistemas se encontrarán a la base de la mayoría de los procesos críticos del desarrollo humano, (Shonkoff & Phillips, 2000, en Gómez & Kotliarenco, 2010), incluyendo procesos psicológicos y biológicos del estrés Procesos vinculados a la autoimagen y autoestima Autorregulación y pensamiento reflexivo Conformación de la citoarquitectura cerebral base para procesos más complejos Construcción de modelos operativos o esquemas que organizan las experiencias y confieren sentido Estabilidad que promueve la salud mental Pueden actuar como factor protector ante la incertidumbre o amenaza Conquista de condiciones biopsicosociales esenciales para el desarrollo entre otros.
La crisis social y económica GLOBAL cuyo comienzo algunos sitúan el año 2007 y otros el 2011, ha puesto en evidencia una vez más la relación existente entre nuestra salud mental y el grado en que podemos ver cubiertas o no nuestras necesidades de seguridad y realización personal. Factores que se articulan, en parte, de esta forma debido a los paradigmas que hasta ahora han ayudado a entender a miles de generaciones que el bienestar pasa por lo que tenemos y donde es normal que el ser humano siendo un ser social pase a un individualismo que reduce las posibilidades evolución y sosten ante la adversidad.
Desde que comenzó la crisis , el aumento del desempleo, el incremento de la pobreza y los recortes en el gasto público junto a otros vaivenes que estamos experimentando , han conducido al detrimento notable de la salud mental de los ciudadanos. En este sentido podemos citar la experiencia observada afuera como fue el estudio de la OMS “Efecto de la crisis económica en la salud mental de los europeos”(2011) el cual di cuenta del grave impacto que la misma tuvo en la ciudadanía. En este mismo sentido, un estudio desarrollado por Martin Stuckler, de la Universidad de Cambridge, dio cuenta del aumento de suicidios en la UE, observa que el incremento parece ser mayor en países que enfrentan las crisis financieras . En relación a esto, según datos del Ministerio de Salud de Grecia, la tasa de suicidios aumentó cerca del 40% en los primeros cinco meses del 2011 en comparación con el año anterior. En el caso de España, el año 2008 se observaba , que los suicidios ya se situaban como la primera causa de muerte violenta (INE, 2010) . Según datos de este informe, el suicidio se situó en 2008 como la primera causa externa de defunción, con 3.421 personas fallecidas, cifra similar a la de 2007. Por sexo, la mortalidad por suicidio fue mayoritariamente masculina siendo un 22,6% mujer
Según la Organización Mundial de la Salud, el suicidio sería la segunda causa principal de defunción en el grupo etario de 15 a 29 años a nivel mundial, observándose que el 79% de todos los suicidios se produce en países de ingresos bajos y medianos
Según UNESCO, la tercera parte de los jóvenes a nivel mundial sufre acoso en la escuela siendo la condición de inferioridad socioeconómica el principal indicador para predecir si un joven de un país desarrollado padecerá acoso. Chile ocupa el segundo lugar en mayor crecimiento de tasa de suicidio ( OCDE). El suicidio es la 2da causa de muerte en los jóvenes de Chile y la primera en el grupo de 20 a 25 años.
Frente a estas tendencias, tenemos el deber de comprender que la presencia de conductas autodestructivas y de sufrimiento humano que está llegando al límite de su autodestrucción parece no ser algo momentáneo cuando consideramos que las mismas se están dando en un entorno en el que la desigualdad y el retroceso en el respeto a algunos de los derechos humanos básicos es cada vez más evidente. Un entorno que a su vez anuncia la inestabilidad y el cambio como constante.
Ante un entorno de este tipo, y creyendo que las tendencias son tendencias y por tanto pueden cambiarse, prevenirse, disminuir su impacto e incluso en algunos casos revertirse, llega la hora de preguntarnos qué podemos reforzar y cambiar desde las áreas humanistas , ciencias de la salud y sociales, para que los vaivenes a los que a partir de hoy nuestras sociedades estarán sometidas afecten en la menor medida posible la estabilidad emocional del ser humano y por tanto su posible realización.
Esta preocupación surge no sólo de observar lo que está pasando hoy, sino hace casi 7 años cuando mi amor profundo por el ser humano, mis estudios en estos temas junto a mi experiencia personal y profesional me llevaron a desarrollar mi interés por intentar comprender la forma en que se articulaba la realidad desde nuestros vínculos (experiencias de apego) y posteriormente a la conciencia plena de la posible perpetuación de formas disfuncionales en las próximas generaciones si no intervenimos.
Creo firmemente que muchas de las problemáticas que tenemos hoy pueden prevenirse si comprendemos dónde tenemos que reforzar y aportar al desarrollo de herramientas internas para que las mismas den más poder al sujeto sobre sus comportamientos y menos al mercado desde las falencias y vacios emocionales que llevamos dentro, en un entorno que a su vez la inestabilidad y la presencia de amenazas pueden estar funcionando como elicitadores de nuestros estilos vinculares en un escenario en el que los re-presentantes son diversos y no siempre positivos para el desarrollo de nuestro si mismo.
Aún cuando a la resiliencia, se le suele relacionar con ser fuerte y aguantar, la capacidad de superar las adversidades y salir fortalecidos poco tiene de eso, como de individual , porque la misma tiene una historia de afecto y relaciones, que habla de la presencia de al menos una persona en nuestra vida, que nos reflejo una imagen positiva de nosotros mismos y de una red que en el presente está disponible, entre otros muchos factores.
Reconociendo que los vínculos humanos son la base de la resiliencia, me pregunto sobre el efecto de una sociedad desvinculada en la cual cada día nos está costando mas relacionarnos y comunicarnos, donde a su vez son menores las redes de apoyo con las que contamos, un entorno donde a su vez la presencia de inestabilidad ( crisis climáticas, crisis económicas, desastres naturales, perdida de referentes que entendíamos como seguros – empleo , casa, etc- , parecen ser una constante.
Cuando pienso que los vínculos humanos funcionan como un regulador del afecto como un espacio de protección ante la incertidumbre y la amenaza , sumado a que los mismos están a la base de la mayoría de los procesos complejos de los humano esto comienza a ser una alarma….porque hoy por hoy no relacionarlos, literalmente disminuye nuestras probabilidades de sobrevivir y evolucionar.
Por ello, la invitación es invitarte a reflexionar sobre tu narrativa, desde la importancia de los vínculos en la potenciación de la resiliencia , sin olvidar el impacto que todos podemos tener en la capacidad de ayudar a otro en el desarrollo de habilidades que les permitan superar las adversidades y salir fortalecidos. Aún cuando hoy normalizamos la tendencia hacia sociedades desvinculadas e individualistas, las personas somos seres sociales que crecemos – no sólo desde lo emocional, también desde lo neuronal- desde nuestras relaciones con otros y desde los vínculos que establecemos, en este sentido la influencia que nuestras experiencias relacionales van teniendo a la hora de moldear nuestra forma de mirar el mundo, relacionarnos y mirarnos a nosotros mismos es fundamental cuando pensamos en el desarrollo humano y en comenzar a impulsar nuestro bienestar y el de los que amamos.
Desde la psicología del desarrollo, sabemos el desarrollo humano se despliega en profunda articulación con lo interpersonal, vincular y socioafectivo, hasta lo cultural y colectivo (McCartney & Phillips, 2006; Shonkoff & Phillips, 2000) , como sabemos que la forma en que enfrentaremos las adversidades dependerá del grado en que sentimos que contamos con las herramientas internas y red como para superar esas adversidades.
En este sentido es importante considerar que la capacidad de resiliencia frente a eventos estresantes que ocurre en la madurez, es influida tanto por el patrón o el vínculo que los individuos desarrollan en los primeros años de vida, como por el impacto de las posteriores relaciones significativas que vamos estableciendo.En este sentido , la resiliencia, no es una cualidad estática, un rasgo o característica inmutable ni individual, sino que es un proceso dinámico y cambiante que implica una suma de factores.
Es importante tener en cuenta que las bases de la resiliencia se sustentan fundamentalmente en la relación de incondicionalidad que establecemos en nuestra infancia con nuestras figuras significativas (normalmente los padres), sin embargo estos mecanismos continúan desarrollándose durante toda la vida gracias a las nuevas relaciones significativas que vamos estableciendo con otros las cuales pueden ser un motor que nos ayude a aprender y desarrollar nuevas formas de vinculación.
Hoy existe cada vez mayor consenso sobre el peso que cumple la calidez y el afecto presente en nuestras relaciones vinculares significativas en cuanto la misma parece moderar la respuesta al estrés y hacer seamos más resistentes a las dificultades (Moreta 2003). Y es en este sentido, que considerando la posibilidad de cambio en nuestros estilos , desde la teoría del apego se establece que pueden ser múltiples las figuras significativas que tengamos a lo largo de nuestra vida, destacando el carácter subjetivo y de valoración emocional que hacemos de nuestras relaciones de acuerdo al grado de impacto que tienen para nosotros.
La existencia de figuras reparatorias en nuestras vidas que nos aporten nuevos modelos de relación donde la estabilidad , disponibilidad, escucha y respeto sean factores presentes es otro de los factores fundamentales que podría ayudar a cambiar nuestros modelos internos. El acceso a experiencias positivas de vinculación y la ampliación de redes de apoyo, unidas a experiencias que promuevan un mayor autoconocimiento podrían promover el desarrollo de la resiliencia en las personas.
Si reconocemos a los vínculos , como principal factor protector del bienestar y desarrollo humano, y observamos que los mismos son la base de la mayoría de los procesos complejos, condicionando sus características, nuestra capacidad de evolución , adaptación e incluso la tendencia hacia determinadas patologías, comprenderemos la urgencia de la necesidad de fortalecerlos, sin normalizar la violencia que denotan nuestras relaciones en el plano intra personal como interpersonal.
Cuando comprendemos que el desarrollo de lo humano es interdependiente y que tratamos a los demás como fuimos y somos tratados sin plena consciencia de estos modelos porque no existe educación en vinculación, entendemos que somos semillas en nuestras relaciones, y que sin mediar actos de autoconciencia y reparación lo más fácil es convertirnos en reproductores de esos modelos que traemos.
Bowlby, el iniciador de la teoría de apego, solía decir que “la gente tiende a tratar a los demás como ha sido tratada. Entonces qué podemos hacer para romper el circulo intergeneracional?, parece que el elemento más importante es ayudar al individuo a revisar sus propios modelos operativos internos de relaciones”, unido al acceso a nuevas formas de vinculación.
Creo que es fundamental considerar que si existen aspectos que parecen tener relación con las tendencias que vivimos tenemos el deber de considerarlos y más cuando las disciplinas a las que apelan están problemáticas parecen responden a aquellas que nos hablan de problemas humanos, de sistemas de socialización, educación, crianza, y desarrollo emocional que podrían estar fallando.
Nos hablan de la raíz del mundo, del origen, de nuestra historia vincular , de los sistemas que cruzan el desarrollo de la resiliencia , de factores de riesgo que no se están considerando, vulnerabilizando con ello lo humano y sosteniendo un modelo de gobernabilidad y de consumo que se erige desde la falta, una falta tan grande que ningún mercado puede terminar de abastecerla porque lo que nos ofrece no dejan de ser símbolos de algo, no ese “algo” realmente…
PSI. Alejandra Gonzalez Muniz
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